En el Nombre de Dios, El Misericordioso, El Compasivo

Assalam Aleykum Wa Rahmatullah Wa Barakatuh

Bienvenidos todos, Mi nombre es Bilal y he construido este sitio web para aquellas personas que quieran conocer un poco mas acerca del Islam, no contiene cosas muy avanzadas ni rebuscadas, la idea es que puedan al menos familiarizarse con esta hermosa religion, con los conceptos basicos, nuestras creencias, nuestros pilares de fe y por sobre todas las cosas las enseñanzas que nos dejo el ultimo de los profetas enviado por Dios.

Le pido a Dios que este sitio sea de utilidad para ustedes y que Reciban la bendicion de nuestro amado Señor.

SALAM

miércoles, 7 de abril de 2010

La Mujer entre el Coran y La Biblia Pt. 3


¿Hijas avergonzadas?


De hecho, la diferencia entre la actitud de la Biblia y la del Corán hacia el sexo femenino comienza ya en el momento en que nace una mujer. Por ejemplo, la Biblia dice que el período de impureza ritual de la madre es doble si se trata de una muchacha que si nace un muchacho (Lev. 12:2-5). La Biblia católica lo declara explícitamente:

"El nacimiento de una hija es una pérdida." (Ecclesiasticus 22:3).

En contraste con esta declaración chocante, los muchachos reciben alabanza especial:

"Un hombre que educa a su hijo será envidiado por su enemigo." (Ecclesiasticus 30:3)

Los rabinos judíos declararon obligatorio para los hombres producir descendencia, con el fin de propagar la raza. Al mismo tiempo, no ocultaron su clara preferencia por los hijos varones: "Es un bien para aquéllos cuyos hijos sean varones pero un mal para aquéllos cuyos hijos sean hembras", "Durante el nacimiento de un muchacho, todos están contentos... en el nacimiento de una muchacha, todos están afligidos", y "Cuando un muchacho entra en el mundo, la paz entra en el mundo... Cuando una muchacha llega, nada trae."


Una hija es considerada una carga dolorosa, una fuente potencial de vergüenza para su padre:

"¿Tu hija es obstinada? Cuídate de que no te convierta en el hazmerreir de tus enemigos, en las habladurías del pueblo, en objeto de vulgares chismorreos, y te exponga a la vergüenza pública." (Ecclesiasticus 42:11).


"Mantén con mano firme a la hija obstinada o ella abusará de cualquier indulgencia que de ti reciba. Vigila sus ojos desvergonzados y no te sorprendas si ella te deshonra." (Ecclesiasticus 26:10-11).

Esta misma idea de considerar a las hijas como fuentes de vergüenza llevó a los árabes paganos, antes del advenimiento del Islam, a practicar el infanticidio de las hembras. El Corán condenó severamente esta odiosa práctica:

"Cuando se traen noticias a uno de ellos del nacimiento de una niña, su cara oscurece y se llena de pesar. ¡Con vergüenza se esconde de sus gentes por las malas noticias recibidas! ¿La mantendrá en el desprecio o la enterrará en el polvo? ¡Ah! ¿por cuál de esos males se decidirá?" (Corán 16:59).

Hay que decir que este siniestro crimen nunca habría cesado en Arabia si no hubiera sido por la contundencia de los términos que emplea el Corán para condenar esta práctica (Corán 16:59, 43:17, 81:8-9). Es más, el Corán no hace ninguna distinción entre los muchachos y las muchachas.

En contraste con la Biblia, el Corán considera el nacimiento de una niña como un regalo y una bendición de Dios, igual que el nacimiento de un varón.El Corán incluso menciona primero el regalo del nacimiento de una niña:

"El dominio de los cielos y la tierra pertenece a Allah. Él crea lo que Él quiere. Regala hijas a quien quiere y regala hijos a quien Él quiere." (Corán 42:49).

Para acabar con cualquier atisbo de infanticidio femenino en la sociedad musulmana naciente, el Profeta Muhammad, la Paz y las bendiciones sean con él, prometió a aquéllos que fueran buenos con sus hijas, una gran recompensa si las trataban amablemente:

"Para aquel que se ocupa en mantener a sus hijas despiertas, y tiene con ellas un trato benévolo, ellas serán una protección contra el fuego del Infierno" (Bujari y Muslim).

"‘Quienquiera que mantenga a dos muchachas hasta que logren la madurez, él y yo estaremos así en el Día de la Resurrección’; y él unió sus dedos."(Muslim).

Educación Femenina


La diferencia entre las concepciones bíblicas y coránicas no se limitan a las niñas recién nacidas sino que se extiende mucho más allá. Comparemos sus actitudes hacia la mujer que intenta aprender su religión.El corazón del Judaísmo es la Torah, la ley. Sin embargo, según el Talmud, "las mujeres están exentas del estudio de la Torah."


La actitud de San Pablo en el Nuevo Testamento no es más luminosa:

"Como en todas las congregaciones de los santos, las mujeres deben permanecer calladas en las iglesias. No les está permitido hablar, sino que han de someterse a lo que dice la ley. Si ellas quieren preguntar sobre algo, deben hacerlo a sus propios maridos en la casa; porque es deshonroso para una mujer hablar en la iglesia." (I Corintios 14:34-35)

¿Cómo puede aprender una mujer si no le permiten hablar? ¿Cómo puede crecer una mujer intelectualmente si le obligan a estar en un estado de sumisión plena? ¿Cómo puede ampliar sus horizontes si su única fuente de información proviene de su marido y en su casa?

Ahora, para ser justos, debemos preguntar: ¿es diferente la posición coránica? Una breve historia narrada en el Corán resume concisamente su posición. Khawlah era una mujer musulmana cuyo marido Aws declaró en un momento de enojo: "Eres para mí como la espalda de mi madre." Esto era tenido por los árabes paganos como una declaración de divorcio que liberaba al marido de cualquier responsabilidad conyugal pero que no permitía a la esposa abandonar la casa del marido ni casarse a otro hombre. Tras escuchar estas palabras de su marido, Khawlah quedó en una situación miserable. Ella fue directamente al Profeta del Islam a exponerle su caso.


El Profeta, la Paz y las bendiciones sean con él, opinaba que ella debía tener paciencia ya que no parecía haber solución alguna. Khawla continuó argumentando ante el Profeta en un esfuerzo por salvar su matrimonio roto. Al poco tiempo, el Corán intervino; la súplica de Khawla fue aceptada. El veredicto divino abolió esta costumbre inicua. Un capítulo entero (Capítulo 58) del Corán cuyo título es "Almujadilah" o "La mujer que se está defendiendo" se reveló después de este incidente:

"Dios ha oído lo que decía la que discutía contigo a propósito de su marido y que se quejaba a Dios. Dios oye vuestro diálogo. Dios todo lo oye, todo lo ve." (Corán 58:1).

La mujer, en la concepción coránica, tiene derecho incluso a discutir con el mismo Profeta del Islam. Nadie tiene derecho a decirle que esté callada. Ella no tiene la obligación de considerar a su marido como única referencia en asuntos legales y de religión.

¿Mujer sucia e impura?


Las leyes y normas judías concernientes a la menstruación de las mujeres son sumamente restrictivas. El Antiguo Testamento considera a toda mujer menstruante como sucia e impura. Es más, su impureza "contamina" también a los otros. Cualquier persona o cosa que toque se convierte en impura durante un día:

"Cuando una mujer tiene su flujo regular de sangre, la impureza de su período mensual durará siete días, y aquello que toque estará impuro hasta la tarde. Cualquier cosa sobre la que se acueste durante su período será impura, y sobre la que se siente. Quien toque su cama deberá lavar sus ropas y bañarse con agua, y estará impuro hasta la tarde. Quien toque algo sobre lo que ella se haya sentado deberá lavar su ropa y bañarse con agua, y estará impuro hasta la tarde. Ya sea la cama o algo en lo que ella se haya sentado, cuando alguien lo toque, estará impuro hasta la tarde." (Lev. 15:19-23).

Debido a su naturaleza "contaminante", la mujer menstruante era a veces "desterrada" para evitar cualquier posibilidad de contacto con ella. La enviaban a una casa especial llamada "Casa de la Suciedad" durante el período completo de impureza.

El Talmud considera a la mujer menstruante como "fatal" incluso sin que se produzca ningún contacto físico:

"Nuestros Rabinos enseñaron:.... si una mujer menstruante pasa entre dos [hombres], si es al principio de sus menstruos, ella matará a uno de ellos, y si está al final de sus menstruos causará disputa entre ellos." (bPes. 111a.)

El Islam no considera que la mujer menstruante tenga ningún tipo de suciedad contagiosa. Ella no es "intocable" ni "maldita." Hace su vida normal sólo con una restricción:

A la mujer casada no se le permite tener relaciones sexuales durante el período de menstruación. Cualquier otro contacto físico entre los esposos está permitido. La mujer menstruante está exenta de algunas obligaciones rituales como las oraciones diarias y el ayuno mientras dura su período.


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